viernes, 14 de octubre de 2011

Nelson Álvarez Febles: Agricultura Orgánica en Puerto Rico



La agricultura orgánica en Puerto Rico según Nelson Alvarez Febles

Basado en una entrevista por Magha García para Oro Verde
Febrero de 2007 - San Juan, Puerto Rico





El interés por la agricultura orgánica en los años setenta

Para entrar al tema con una perspectiva más amplia, abría que ir a los años después de la Segunda Guerra Mundial, que es cuando empieza la mal llamada Revolución Verde y la industrialización a escala global de la agricultura. Estados Unidos se encuentra con una gran cantidad de maquinaria que quedó excedente después de la guerra, la capacidad de producción de máquinas de guerra que se utilizó para tractores y para camiones, y la capacidad de producción de químicos venenosos que paso a utilizarse en la agricultura. El más famoso es el DTT. Esta capacidad tecnológica e industrial consolidó un cambio radical hacia la industrialización en manos de grandes compañías. Lo anterior estuvo unido a políticas agrícolas para tratar de combatir la expansión del comunismo a base de aumentar la producción masiva de cereales, especialmente en variedades enanas de arroz y de trigo en América Latina y Asia, con tecnologías intensivas que dependían de muchos insumos como abonos de síntesis, petróleo, agua, semillas híbridas, etc.

Eso nos lleva a una situación donde comienza a aflorar, ya a finales de los 60s, principios de los 70s, una crítica sobre la importancia que empieza a tener el uso de venenos en la agricultura sobre la salud humana y el medio ambiente. El caso más famoso es el libro Silent Spring, de Rachel Carson (1962), pero también está James Lovelock con su Teoría GAIA (1969). Hay que recordar el descubrimiento en occidente del pensamiento ecologista en las cosmovisiones de los pueblos originarios (por ejemplo, la publicación masiva de la famosa carta del Cacique Seattle ) y un montón de eventos más, que sientan las bases teóricas para el movimiento ambientalista.

También esta todo el tema que podríamos ubicar alrededor del sesenta y ocho en el mundo, que es el principio de un movimiento filosófico y político que quiere retomar aspectos fundamentales y esenciales del ser humano, un nuevo humanismo que quedó plasmado en el amor y la paz del jipismo, pero también que tiene que ver con el pacifismo como oposición a la guerra de Vietnam, una reivindicación del socialismo como principio de equidad y una vuelta a la naturaleza. Todo esto está en los comienzos del movimiento ecologista. A nivel mundial se da por parte de la gente que nos habíamos desvinculado por varias generaciones del campo, pues nuestros antepasados habían sido campesinos, un movimiento de regreso al campo. Este giro ideológico venía unido al convencimiento de no querer formar parte de un mundo que uno percibía que iba dirigido hacia el desastre, y también como la manera de crear alternativas mas solidarias frente a un mundo que empezaba a ser mas conflictivo en medio de la llamada guerra fría. Aquel movimiento rechazó la transformación hacia una sociedad basada en el consumo, que se veía venir.

Pues con esas influencias anteriores me parece que estamos en los 70s en el principio del movimiento ecologista en Puerto Rico. Recuerdo unos muchachos en la universidad que para el 72-73 tenían un jeep e iban a una finca en Ciales, en Toro Negro. Son los primeros que yo recuerdo en Puerto Rico que se fueron para el campo. Entre ellos estaba Chagui Mari, el hijo de Juan Mari Bras que fue asesinado. Tito y Damaris siguieron haciendo agricultura y han pasado por distintas etapas hasta la actualidad, que siguen el campo. En estos momentos son agricultores exitosos. En esos años también tienes a Tomás Helfeld, que hasta el día de hoy está en Orocovis. Papo y Gladys trabajaron en una hermosa finca en el tope de una montaña de Utuado. Otra persona bien importante en esa época es Carlos Montalvo. Carlos era periodista y debe seguir haciendo radio. Inicia un proyecto para reciclar ya en el 1971-72 en Puerto Rico, recogiendo papeles en el gobierno, Energía Verde, creo que se llamaba. También crea una asociación de bicicleteros y promueve la bicicleta como alternativa de transporte. De hecho, se hacen un par de excursiones alrededor de la Isla en bicicletas. En la actualidad se dedica a sembrar árboles frutales orgánicos y tiene una compañía que esta trabajando con eso. Además Jorge Gaskins estaba en el área de Carite, estableciendo el primer colector para generar gas metano, entre otras iniciativas ecológicas.

Quedan muchos y muchas otras sin mencionar, pero el movimiento orgánico tuvo sus precursores en los campos de Puerto Rico en esos años. Claro, no debemos de dejar de mencionar a todos los campesinos, nuestros jíbaros, que nos transmitieron muchísimos de conocimientos que nos ayudaron a hacer la transición de la ciudad al campo, y muchas estrategias de manejo agrícola sensitivas al medio natural.

Otro elemento que hay que tomar en cuenta en los años 70s es el auge del independentismo en Puerto Rico, lo que se ha llamado La Nueva Lucha. Son tiempos de renovada identificación con la tierra, por que el independentismo siempre ha manejado con cierto idealismo la identificación con la patria, con la naturaleza. En aquellos años en el País se están instalando las petroquímicas con unas agresiones muy fuertes sobre el medioambiente, y empiezan a instalarse las farmacéuticas. Se intenta explotar las minas de cobre a cielo abierto en Adjuntas, Lares y Utuado, y se quiere explotar la Isla de Mona para un super-puerto. En esos años entra con fuerza Misión Industrial a la lucha ecologista y social, labor que sigue hasta el día de hoy.

Influencias mundiales

Los anteriores son eventos en Puerto Rico, pero también se dan procesos similares a nivel mundial. Viví en España a mediado de los 70s y empiezo a hacer agricultura orgánica en el Pirineo Catalán en el 1977-78 en una masia, una antigua casa de piedra, es ahí donde primero tengo las experiencias de trabajar el campo. Teníamos cabras, hacíamos yogur y quesos orgánicos, aprendimos a hacer la huerta orgánica. Más o menos estos procesos se fueron dando en forma paralela en todo el primer mundo. En los países de América Latina la agricultura orgánica también llega por esos años y principios de los 80s, pero de la mano de organizaciones no gubernamentales europeas (ONGs) que ofrecieron ayuda para el desarrollo ante la crisis económica y social producto de las dictaduras militares y las guerras internas, por lo general apoyadas desde Estados Unidos. Toda esta actividad fue generando grandes cantidades de estudios científicos, experiencias empíricas, revistas, libros, conferencias e intercambios que ayudaron a consolidar la opción de la agricultura orgánica como algo tecnológicamente viable, ecológicamente sensible y económicamente realista.

También estaba el tema de la alimentación. Se empiezan hacer los primeros estudios que vinculan los problemas de enfermedades serias -como las cardiovasculares, la diabetes, enfermedades mentales, algunos tipos de cáncer - con los estilos de vida sedentarios y la alimentación industrializada. Como otra influencia podemos añadir la entrada de las filosofías orientales que vienen acompañadas de unas tradiciones milenarias de medicina y alimentación, que cuestionan la tendencia que se estaba dando en occidente de aumentar el consumo de proteínas, de carbohidratos refinado y grasas de mala calidad. Empieza a llegar de la India la medicina ayurvédica, la dieta lacto-vegetariana hindú del yoga, la Macrobiótica que viene del Japón con el uso de los cereales integrales. Estamos hablando de una época en que el arroz integral había que mandarlo a buscar en saco de 50 libras por barco y el tofu y el seitan habia que hacerlo en la casa, que era muy exótico comer algas y el pan integral no estaba disponible excepto en algunas tiendas dietéticas para la gente que tenían problemas digestivos. Las plantas medicinales prácticamente habían desaparecido entre la gente urbana y de las farmacias y los supermercados. La tendencia hacia la industrialización de la medicina en la agricultura y la alimentación era muy fuerte.

En mi opinión todos esos factores son los que van dando un contexto favorable a las primeras incursiones en la agricultura orgánica, que va muy ligada a la entrada del naturismo, los naturópatas, la iridiología, las tendencias vegetarianas. Muchas de estas tendencias vienen acompañadas por posturas religiosas y de cierta postura política radical, que no solamente cuestionaba la evolución del capitalismo y el consumo, sino que también cuestionaba ciertas posturas dogmáticas en el campo de la izquierda marxista.

Para terminar con esto hay señalar que en esa época ya habíamos pasado de la fascinación cuando uno veía una chimenea echando humo, de que ese era el progreso, a las primeras experiencias donde las comunidades comenzaban a quejarse de los efectos de la contaminación causada por la industrialización a ultranza de la Isla. Cataño ya era un área donde los niños y los adultos tenían problemas de la piel y respiratorios. Cuando me voy a vivir a la Sierra de la Pandura en Maunabo en el 1979, los campesinos de allí decían que los palos de aguacates se habían secado a partir de que la petroquímica Sun Oil empezó a refinar petróleo en Yabucoa y de como los vientos alisios traían la contaminación. También la contaminación estaba afectando la yautía, a la que le estaba dando el mal seco. En Guánica y Guayanilla la gente ya tenían problemas y se quejaban de problemas de salud respiratoria y dérmica. Habían ocurrido incidentes en las fabricas de Mayagüez de envenenamiento entre las obreras con uso el de tintes tóxicos en los textiles. La creciente contaminación es otro elemento que empieza a generar una conciencia ecológica.

En el 1979 nos vamos a vivir a una finca en el Barrio Matuyas de Maunabo, a hacer una agricultura orgánica campesina de pico, azada y machete. Claro, como universitarios nos dedicamos esos años a leer cuanto libro y revista sobre agricultura orgánica conseguíamos en español e inglés, y hasta en francés. De esos estudios, la experiencia sembrando talas y de los consejos de los viejos sabios de aquellas montañas es que nace el librito El huerto casero: manual de agricultura orgánica, escrito con Nuria Banal, publicado en el 1984.

Si súmanos todos esos elementos tenemos a un primer grupo de jóvenes que empiezan a irse al campo a tratar de vivir de otra manera y que desde el principio escogen hacer una agricultora ecológica u orgánica . ¿Por qué ecológica/orgánica? Porque la agricultura orgánica tiene unas cuantas premisas en todas sus vertientes, incluyendo la permacultura o la agricultura biodinámica. Una es el cuidado del recurso natural: suelo, tierra, agua y los biológicos (como las semillas y las variedades de cultivos, que son un recurso que uno tiene utilizar y conservar para las generaciones futuras). El agricultor ecológico no se expone a sí mismo, ni a su familia y sus vecinos a una serie de productos tóxicos que son venenos, los mismos envases lo dicen. Es una agricultura que tiende a potenciar todos los componentes orgánicos e inorgánicos de una finca los procesos biológicos, químicos y físicos que forman el agro-ecosistema. Por ejemplo, el animal en la finca da un estiércol que utilizas como abono, donde la planta cubre el suelo y evita la erosión, la finca orgánica aprovecha lo que se llaman sinergias internas a nivel de los ciclos de energía y de los ciclos vitales: de nutrientes, agua, materia orgánica, control de plagas y enfermedades, entre otros. Y porque es una agricultura que tiende a rescatar el conocimiento campesino tradicional en Puerto Rico, el conocimiento de nuestros campesinos, los jibaros, que en vez de gente torpe e ignorante han sido creadores y depositarios de un enorme caudal de conocimiento sobre nuestro medio ambiente, recursos naturales y tecnología sustentables.

Los años ochentas y noventas

En cuanto a intentos de juntar a la gente en todos estos años, tengo que aclarar que he estado entrando y saliendo del país para vivir en otros países, así que la verdad es que con seguridad se me queda mucha información fuera. Con esa salvedad, sé que a hacia principios de los 80s hubo un intento de organizar los agricultores orgánicos. Luego en los 90s hubo intentos de hacer agricultura orgánica con apoyo comunitario (community supported agriculture). Una persona clave es Iris Varas, una exprofesora de universidad en Bayamón ha sido siempre un enlace desde los consumidores con los agricultores orgánicos. En los 90s hay unos cuantos agricultores orgánicos en el Barrio Frontón de Ciales, entre los cuales está Tato Rodríguez. También tienes algunos que llevan años con la agricultura orgánica, como Pablo Diaz Cuadrado en Orocovis, quien produce café y miel de mucha calidad. En esos años Jorge Gaskins y otra gente comienza con la certificación de productos orgánicos.

Lo que sí te puedo contar es que en el 1989-90 se formó el Proyecto Agro Orgánico de Cubuy (PAOC), una ONG que fundamos unos cuantos profesores que veníamos del programa de estudios de desarrollo económico comunitario del New Hampshire College en San Juan. Fui uno de los promotores y luego el director. El PAOC se integra al proyecto de desarrollo comunitario PRODUCIR, que ayudó a establecer en los Barrios Cubuy y Lomas de Canóvanas la Dra. Antonia Pantojas, fundadora de Aspira. PAOC duró menos de tres años, pues, entre otras dificultades, nunca logró conseguir todo el financiamiento que se había proyectado para la etapa inicial como proyecto de desarrollo económico comunitario, basado en la producción local de productos orgánicos, para lograr su eventual independencia económica. A sus inicios recibió financiamiento de la Fundacion de Puerto Rico y logramos tener un proyecto de adiestramiento, educación y difusión. La idea era que fuera un semillero a nivel teórico, práctico y laboral para el tema de la agricultura orgánica en PR. Lo tuvimos que cerrar el 1992.

Sin embargo, en la mirada retrospectiva siempre he sentido que el PAOC marcó un hito importante en el desarrollo de la agricultura orgánica en Puerto Rico. Estando en el proyecto trajimos a Roberto Sánchez, agrónomo mexicano chapoteca y pionero de la producción orgánica del café. Hicimos un seminario de una semana y luego se hicieron talleres de huertos orgánicos caseros en Cubuy durante un par de años. Entre el 90-93 habremos dado unos 20 talleres entre los que se hicieron en Cubuy y otros itinerantes en PR. Mucha de la gente que ha estado trabajando en la agricultura orgánica en algún momento participó de alguno de esos talleres y/o pasó por el PAOC para conocer la experiencia, visitar la pequeña pero sólida colección bibliográfica. Recuerdo a varios profesores de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, al ingeniero Felipe Bermúez que luego se ha dedicado a promover la permacultura, a Moncho Colón que ha trabajado desde su finca en Barranquitas, a Luis Miguel Rico del INEDA/UMET, a Jannette Gavillán que trabaja con Aromas de de la Tierra, a Margara Reyes que vive en Aibonito y es precursora en Puerto Rico del ecofeminismo, y muchos otros y otras.

Las actividades de PAOC tuvieron mucha difusión en los medios de comunicación y recibió las visitas de escuelas y comunidades. Con los estudiantes de la Universidad del Sagrado Corazón se hicieron algunos proyectos, entre ellos una animación en la clase de Paco López y varias propuestas de comercialización de agricultura ecológica en el curso de Aury Beltrán. Carmen Haddys Torres, del Centro de Comunicaciones, facilitó la documentación de algunas actividades. Entiendo que el Proyecto Agro Orgánico, aunque no perduro en el tiempo, sí sentó unas bases que han sido referencia importante para mucha gente.

El Proyecto Agro-Orgánico cierra a principios del 1992, y entonces pasé a trabajar con el INEDA, Instituto de Educación Ambiental de la UMET. Conseguimos unos fondos de la Fundación Ángel Ramos y dirigimos en el INEDA un componente de agricultura ecológica. En poco más de un año logramos sacar adelante varios proyectos. En cuanto a productos educativos, dos videos, El oro marrón de los agricultores (sobre la composta, con Elia Enid Cadilla) y Agricultura para los nuevos tiempos; y el libro La tierra viva, manual de agricultura ecológica. Estos materiales fueron utilizados por la UMET en programas de capacitación de maestros, sin embargo no han tenido una distribución amplia al público en general. Además se hicieron una serie de talleres de huerto orgánico en Cubuy. También de agricultura orgánica en la finca, de los cuales recuerdo: Maria Benedetti organizó uno en Mayagüez; otro en Aibonito; el agrónomo Franklyn Rivera organizó uno en Arroyo/Patillas; y con Papo y Sana Níkel se hizo otro en el Barrio Barreal de Peñuelas.

Durante esos años del 1989 al 1992 tuvimos la oportunidad de representar a Puerto Rico en varias reuniones internacionales. Fuimos miembros fundadores del MAELA (Movimiento Agroecológico Latinoamericano) en Cochabamba (Bolivia), Sao Paulo (Brasil), y Managua (Nicaragua). También participamos en el IFOAM (Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica), con presencia en reuniones en Brasil y Hungría. Más adelante otros puertorriqueños representaron a Puerto Rico en algunas reuniones del MAELA, como una que se hizo en Venezuela.

Para mi la agricultura orgánica siempre ha estado ligada a una crítica social, a un intento de hacer un mundo ecológicamente más sensitivo, económicamente viable, culturalmente sensible y socialmente justo. Además de que podamos comer mejor y salvar el ambiente, se trata de sostener una agricultura con agricultores, familias en el campo, campesinos y pueblos originarios que puedan vivir de la tierra y alimentarnos a los que estamos en las ciudades. En el 1993 terminé una maestría en Ecología Social en Goddard College (Vermont), con una tesis en inglés que se titula Puerto Rico: Critique of Contemporary Agriculture, and Ecological Agriculture as an Alternative for Sustainable Development.

A partir del 1993 he estado viviendo fuera de Puerto Rico, aunque con viajes frecuentes a la Isla, algunas estadías largas y muchos contactos. En los años 90s habu otra gente que empezó a producir. Recuerdo un norteamericano en Rincón, Joe Smith, y desde el INEDA trabajaron con él para producir material educativo para niños. Varios agricultores de Ciales se unen a la agricultura orgánica, e Iris Vara y otros estuvieron coordinando la producción de vegetales orgánicos para la zona metropolitana. En la actualidad, y desde hace algunos años, hay una cosecha de agricultores orgánicos más jóvenes que se reúne bajo la Cooperativa Madre Tierra y la Asociación Boricuá y venden en la Placita de Roosevelt, en San Juan. Tengo entendido que una de las influencias importante de algunos de estos agricultores es el Dr. Bhat Kechava, que vive en Venezuela y ha venido en múltiples ocasiones a ofrecer cursos en Puerto Rico. Sabemos que también se están llevando a cabo ventas de productos orgánicos en mercadillos en Mayagüez, Ponce, Caguas, entre otros, y que hay agricultores y agricultoras orgánicas en varios pueblos del interior de la Isla.

Limitaciones para el crecimiento

Puerto Rico lleva años viviendo en una crisis estructural seria, una crisis donde es obvio que los recursos no dan para el nivel de vida que llevamos, importamos cerca del 90% de lo que se consume. Además de que no es una opción económica inteligente, es anti-ecológico: somos un país que tiene que traer tomates de California, cuando ese tomate llega a la mesa de los puertorriqueños, las calorías energéticas que se han gastado en su producción, transporte y conservación son más que las calorías alimenticias que aporta. En un pasado no tan remoto en Puerto Rico producíamos muchos y buenos tomates, como el caso del pueblo de Jayuya, que fue famoso por cosechar grandes cantidades de muchas variedades distintas.

En cuanto obstáculos que se encontraron durante el proceso inicial, vamos a ubicarnos hacia los años setenta, aunque muchos de esos obstáculos siguen siendo los mismos. La postura oficial a nivel institucional y gubernamental en aquel momento en la agricultura era completamente lo contrario a una agricultura ecológica. El gobierno pagaba a los técnicos (agrónomos) que hacían la extensión agrícola, siguiendo el modelo de los land grant universities de Estados Unidos. Esos técnicos estaban formados según las ideas de la llamada Revolución Verde, verdadero motor de la agricultura altamente industrializada moderna. La tendencia era (y es) hacia usar pocos cultivos, pocas variedades dentro de cada cultivo, de aumentar la producción neta de algunos sub-productos que forman parte de las plantas.

Por ejemplo, la semilla es lo que se utiliza y valora en el caso del maíz y el arroz, las hojas en el caso de las lechugas y repollos, o los frutos en el caso de los vegetales y frutales, sin tomar en cuenta las aportaciones que una planta en su totalidad hace al agro-ecosistema y a la familia productora. Esto contrasta con la utilidad que en la agricultura ecológica tiene cada uno de los componentes de un cultivo. Por ejemplo, una planta de maíz: además de la mazorca (que nos la comemos tierna, hacemos harina de maíz, la usamos para alimentar los animales, se le sacan almidones y azúcares, etc.), el tronco seco del maíz sirve para que la platita de habichuela se enrede, sus raíces mejoran la calidad del suelo y permiten que el agua entre a capas profundas, después cortas la espiga y sirve de abono, y en caso de necesidad hasta puede usarse como combustible.

En la agricultura tradicional campesina los sistemas no van dirigidos a una sola función: una vaca da leche (de la cual se hace mantequilla, queso, yogurt y requesones), pero también produce estiércol, cuando la vaca pasta distribuye las semillas de la gramíneas, etc. Hoy en día se tiende a menospreciar ese conocimiento campesino tradicional que tiene en sus raíces una concepción integrada e integradora de la realidad, frente a los esquemas reduccionista de la agricultura industrial.

Agricultura es la cultura del agro, el conocimiento forma una parte inseparable de las prácticas agrícola. En los años 70s lo orgánico era bien contra corriente, la gente no sabia lo que era eso, las autoridades se te reían en la cara. Empezamos a darnos cuenta de que estaban destruyendo los cafetales tradicionales con sombra que habían sido productivos durante décadas, matando los árboles para empezar a sembrar el café sin sombra y contra el contorno. Se montaba un loco en una Carterpiller y se tiraba guinda abajo dañaba toda la vegetación, dañando el top soil, tapando las quebradas, y todo eso terminó hasta haciendo daño a los corales en las costas. Esa barbaridad ecológica fue la política oficial durante varias décadas, y sigue siendo la manera como se siembra hoy la mayoría del café en Puerto Rico. El colmo es que ahora las agencias están dando dinero para investigar como hacer el café con sombra, porque se dieron cuenta del desastre. Lo que hay hacer es buscar a los agricultores que aún recuerdan como sembrar el café con sombra, lo que hoy en día se considera ecológico.

Además de la Revolución Verde, en aquella época los intereses económicos empiezan a dominar cada vez más las políticas agrícolas. Las semillas empiezan a ser vendidas por unas cuantas compañías cada vez más grandes, se empieza a limitar la capacidad de mercadear semillas de variedades locales si no son semillas que son certificadas, en fin todo esto que ha llevado a las patentes sobre la vida y los transgénicos , que son temas de actualidad.

Bajo la Revolución Verde el gobierno ofrecía paquetes tecnológicos donde te daban los recursos a cambio de que usaras la tecnología tal y cual ellos lo dictaminaban. Por ejemplo, te daban recursos para sembrar cinco cuerdas de café, eso incluía la preparación del terreno con una máquina, criterios de densidad y sombra para alta productividad a corto plazo, y todo un programa por calendario de aplicaciones de químicos: abonos de síntesis, herbicidas, fungicidas, etc. Te decían como tenias que hacerlo. En esa apoca de los 70s y 80s hubo agricultores que querían hacer agricultura orgánica y le dijeron a los agrónomos del Departamento de Agricultura y Extensión Agrícola: “yo quiero el paquete pero no quiero usar los herbicidas ni los abonos químicos, yo lo quiero hacer por mi cuenta.” A pesar de que hubo algún agrónomo solidario, por lo general el resultado era que no les daban las semillas si no se comprometía a todo el paquete tecnológico.

Las políticas agraria dominantes en el país han sido dirigidas primordialmente hacia la alta productividad de productos para el mercado, muchas veces de exportación, y han sido muy deficientes en cuanto a tener en cuenta la salud del ser humano, la conservación de los recursos naturales, la felicidad o el bienestar social. A mi entender la agricultura orgánica esta ideológicamente vinculada a esos valores. En la actualidad parece que hay una pequeña apertura dentro de la política oficial agrícola del gobierno que contempla la agricultura orgánica, pero la ven como un sector productivo más que le añade valor al producto, no como una estrategia productiva que atraviesa todo el universo agrícola y agropecuario.

Un elemento importante en todo esto es el mercado. La gente se pregunta por qué si el arroz integral lleva menos trabajo que el arroz blanco, y al blanco lo pulen para quitarle parte de las capas con más contenido nutricionales (que después se utilizan para producir alimentos concentrados para los animales), entonces el arroz integral se vende más caro que el blanco. Son cuestiones de mercado, es menor la producción, se vende menos y porque las compañías que controlan esos grandes mercados internacionales ganan más vendiéndolo blanco y después utilizando los sub-productos que resultan del pulido del grano por otro lado. Estas son cosas que juegan en contra de una agricultura ecológica y encarecen sus productos.

Además en Puerto Rico aún nos pesa el hecho de que hemos salido hace poco, en términos históricos, de una cultura rural bastante feudal (años 40s y 50s) y se da un proceso rápido de aculturación a una sociedad urbana e industrial. Eso viene acompañado con unos cambios importantísimos en los patrones de la alimentación y por lo tanto de producción agrícola. Hay evidencia de que a través de políticas públicas los Estados Unidos y algunos de los gobiernos insulares intentaron - y consiguieron- cambiarnos muchos hábitos alimenticios. He recogido testimonios en Patillas de que en esos años llegaron nutricionistas del gobierno que le decían a la gente que la pana le daba lombrices a los niños, que las viandas no eran alimenticias, que nuestra comida no servía: así fueron introduciendo otras comidas como de mejor calidad, entre ellas la papa, que es importada.

En mis estudios encontré una investigación de unos especialistas en alimentación(bromatólogos) de la UPR en Mayagüez años 40s, los doctoresAxtmayer y Cook, en donde ellos establecen que con los elementos tradicionales de la dieta puertorriqueña era posible hacer comidas nutricionalmente completas, si se hacían algunos modificaciones para subsanar algunas deficiencias (hierro, fósforo, algunas vitaminas). Deficiencias que tenían más que nada que ver con la pobreza, y se podían resolver añadiéndole a la dieta puertorriqueña mas leche, huevo, pollo, diversificándola con productos que se podían producir aquí. Claro, como al jíbaro nuestro agregado a las haciendas de la montaña o los cañaverales solo les dejaban sembrar encima de los guajonales de piedras o los peores terrenos, se les limitaba el derecho a tener animales, y les pagaban salarios de hambre, fue bien fácil echarle la culpa a la dieta cuando lo que había era una sub-alimentación. No era que la dieta fuera mala: las clases acomodadas en Puerto Rico durante siglos vivieron bien y se reprodujeron bien y fueron sanos comiendo la dieta puertorriqueña. Allí donde nuestro campesino tenía acceso a tierra suficiente logró criar familias extensas y saludable, como tuve la oportunidad de conocer en los barrios de montaña de Maunabo, donde utilizando la ayuda mutua a través de las yuntas de vecinos se sembraban talas de varias cuerdas de arroz, maíz, vegetales y tubérculos.

Estos factores han actuado en contra de la adopción de la agricultura orgánica en Puerto Rico. Ya desde los 70s nos acostumbramos a adquirir nuestros alimentos en los supermercados, el uso de las plazas de mercado y los revendones para comprar comida fresca fue quedando atrás. ¿Cuál es el problema con el supermercado? El supermercado es un lugar que centraliza todo tipo de alimentos y necesita alimentos que puedan ser almacenables durante períodos más largos de tiempo. El negocio principal de un supermercado no es la venta de productos frescos (observe la próxima vez que vaya la gran variedad de productos enlatados, congelados, secos, y los que no son comestibles). Tradicionalmente la familia campesina cosechaba con frecuencia, y la que estaba en la ciudad tenía el remendón que pasaba por las calles vendiendo las frutas, las verduras y la vianda. También se vendía pescado fresco, había carnicerías de barrio con carne fresca porque no podían congelarla. Todos estos eran alimentos que al no ser procesados ni refinados ni enlatados ni congelados eran de mayor valor nutricional y con mucha menos presencia de químicos ajenos a los alimentos.

Para mí la agricultura ecológica debe ser parte de estrategias para traer alimentos más frescos y sanos a la mesa. La agricultura orgánica, como yo la entiendo, que no es de cajita ni de pote, necesita de circuitos de ventas de productos frescos. En Puerto Rico se ha establecido a través de las ferias en distintas plazas y lugares públicos, lo que es un buen camino. En otros países las tiendas de productos naturales venden frutas y vegetales orgánicos frescos. En Puerto Rico no les gusta tener productos frescos de la finca porque les ensucia, pero tenemos que exigir que las tiendas que quieren nuestro comercio además de vitaminas y productos en cajitas y bolsas vendan productos orgánicos frescos. Eso es algo bien importante. El producto orgánico/ecológico verdadero es un producto fresco que necesita unos circuitos de venta rápidos y eficientes.

En Uruguay, Argentina y otros países de América Latina, también en muchas partes de Estados Unidos, se esta usando el sistema del cajón. El consumidor se compromete con el productor a asumir la diversidad y los riesgos de la producción, y a comprarle lo que tenga disponibles según la estación y capacidad productiva. El consumidor debe entender de que cada 10 productos químicos que se utilizan en la agricultura 7 u 8 son por razones cosméticas. Que cuando no usas productos químicos es posible que recibas zanahorias grandes, chiquitas, dobladas, viradas, que la fruta pueda que este picadita o manchada, que la lechuga puede que tenga un gusanito que tengas que lavar. Todas esas cosas quieren decir que estas comiendo un producto que no tiene veneno, que es mas aprovechable.

La agricultura orgánica en un contexto mundializado

Para mí la agricultura orgánica tiene sentido en tanto y en cuanto es una operación a pequeña escala humana. El Secretario de Agricultura de Uruguay, quien es un productor familiar y está dando la pelea por que allá también existe la fascinación por la industrialización, ha dicho que “los agrónomos los hacemos en la universidad por montones pero un paisano, un agricultor de verdad, un jíbaro en el caso nuestro, no se hace en la universidad, se hace por la transmisión de conocimientos en el campo de generación en generación. Los que hemos ido al campo a hacer agricultura orgánica sabemos que se tardan varios años (para mí por lo menos son tres) en lo que uno empieza a entender lo que son los ciclos de la naturaleza y como afectan a la agricultura.

Uno de los temas que tenemos que tener claro es que Puerto Rico en la segunda mitad del siglo veinte fue un laboratorio para la globalización neoliberal. Me explico: aquí nos han llevado a una economía donde producimos por lo general componentes de productos no terminados para exportarlos, e importamos productos para el consumo. Lo usual en los países es que produzcan para consumir y que tengan uno rubros (aquí fue el café, el tabaco, en otra época fueron productos textiles) y con lo que se gana de la exportación comprar los productos que el país no produce, el intercambio en el comercio internacional. Pero hoy en día lo que quieren las grandes potencias económicas son mercados abiertos en donde ellos puedan tirar lo que ellos producen barato y que uno de forma barata les produzca lo que necesitan.

La agricultura orgánica no tiene nada que ver con ese modelo. Es cierto que hay gente produciendo vinos orgánicos para exportar y compañías produciendo todo tipo de cosas que se certifican orgánicas, pero, en mi opinión, no basta. Por eso hablo de agricultura orgánica y ecológica como si fueran lo mismo, para ir más allá de simplemente evitar químicos. La agricultura ecológica tiene un componente social y cultural. Si para hacer un vino orgánico californiano están usando mano de obra de inmigrantes semi-esclavos, para mí eso no es lo que estamos buscando. El profesor Miguel Altieri, chileno en la Universidad de California y considerado uno de los exponentes más importantes de la agroecología, insiste en que una verdadera agricultura ecológica tiene que incluir los componentes sociales, culturales y económicos, además de los agronómicos .

El modelo económico globalizado en nada ayuda a nuestra agricultura ecológica. Un ejemplo: en los 80s, Fausto Carrasquillo trajo una maquinaria para fabricar tofu, de muy buena calidad, bajo la marca Tofu Rico. Fausto logró abrir el mercado de tofu en los supermercados, pero tan pronto se le empezó a dañar la máquina y tuvo problemas temporeros, los supermercados comenzaron a traer tofu de Estados Unidos por avión. Lo mismo si te metes con tus plátanos orgánicos en un supermercado y en un momento determinado no puedes cumplir porque la naturaleza es como es y vienen vientos fuertes, sequías, pues te los importan de República Dominicana, o te traen la yuca de Costa Rica.

Por todo esto creo que verdaderamente tenemos que plantearnos que nuestro camino es el camino que estamos llevando, a pasito de hormigas, con unos pocos agricultores comprometidos y desperdigados, con un alto componente ideológico y de compromiso personal, social y ecológico, y la concurrencia por parte de los consumidores a unos puntos de ventas determinados, y así intentar mantener un balance entre el crecimiento de la oferta y la demanda. No creo que vamos a entrar por ahora masivamente a los grandes supermercados porque no esta en la mentalidad del consumidor. El consumidor puertorriqueño por lo general todavía no ha hecho el click de relacionar lo que come con su salud física y mental, ni de relacionar lo que come con el bienestar económico de su país.

Semillas de esperanza

Hay algo que se me ha ido conformando como una estrategia a partir de la gente, especialmente en los últimos 20 años que he tenido la oportunidad de conocer movimientos de agricultura alternativa a través del mundo, ya sea de campesinos, productores familiares o medianos, pueblos indígenas o consumidores de las ciudades, en América Latina, África, Asia, Europa y Estados Unidos. Se trata de dejar de pensar en grandes revoluciones, en grandes cambios, en grandes producciones, en grandes consumos. Los ritmos a escala humana son evoluciones, la construcción de lo nuevo a partir de las innovaciones tecnológicas, los intercambios culturales, pero siempre sobre el conocimiento y la experiencia histórica local. Pienso en bolsillos de resistencia, proteger nuestros ecosistemas, proteger los recursos naturales, proteger nuestros saberes, nuestros conocimientos, nuestras semillas, nuestras maneras de hacer las cosas. Educar a nuestros hijos e hijas, educar a los jóvenes, nuestra generación debe ser puente, pues nuestro pasado es también parte de ese futuro que queremos pensar hermoso. Hacer montones y montones de conferencias, charlas, encuentros, con dos, tres, cuatro, cinco con diez, cien personas, una labor de hormiguitas.

Pensar que esos bolsillos de resistencias son semillas para la esperanza, alternativas a las estructuras a través de las cuales se transmite y ejerce el pensamiento único dominante, pensamiento que promueve y se sustenta sobre la destrucción de los recursos naturales y las riqueza de las multiplicidad cultural.

En ultima instancia tenemos que vivir una vida con la mejor calidad posible manteniendo una dosis, aunque sea por fe, de optimismo. Un trabajo constante de pequeñas cositas en todos los niveles de la cotidianidad: bolsillos de resistencias, semillas de esperanza. Creo que tenemos que fortalecer la capacidad de la gente que quiere hacer agricultura orgánica para que produzcan ecológicamente, exitosamente en la producción, que sea abundante, rentable, que económicamente les signifique un ingreso. El agricultor orgánico tiene que lograr una rentabilidad para sus hijos, su familia.

Tenemos que integrar de nuevo la agricultura en el meollo de la sociedad. Una de las cosas que ha hecho la era industrial – y remacha la postmodernidad - es sacar a la agricultura del centro de la realidad humana, dónde siempre tuvo su lugar. Si la humanidad ha vivido culturas dominantes como la egipcia, la etiope, la griega, la romana, la norteamericana o la europea, es porque hubo una cultura agrícola que permitió que sus miembros comieran, construyeran, se vistieran, tuvieran medicinas y que sobraran productos para que empezaran a existir clases gobernantes, clases sacerdotales, de intelectuales, artesanos, comerciantes: todo eso se monto sobre la cultura del agro. La agricultura también es la herencia que nos han dejado miles de pueblos indígenas, culturas locales que tienen el mejor expediente del planeta como ecologistas, pues han producido a través de los siglos mientras nos han legado recursos naturales sustentables.

Hoy en día vamos hacia una agricultura sin agricultores, y eso destruye esa base de conocimientos y recursos que durante diez o doce mil años ha sido el sustento del crecimiento de la humanidad. Esa destrucción del agricultor/agricultura como centro creativo de la agricultura puede ser fatal para la humanidad, porque si de pronto todas esas tecnologías modernas se nos vuelven en contra - como ya está pasando con el cambio climático, la destrucción de la biodiversidad, la contaminación de las aguas - ¿a dónde vamos a ir a buscar el conocimiento o las semillas que se perdieron? Una vez se pierde el conocimiento sobre su uso los recursos biológicos dejan de sernos útiles. Tenemos que hacer un trabajo de defensa y conservación de los recursos, del conocimiento, de la sabiduría, sin negar la utilidad de algunas innovaciones tecnológicas. Pueden ser de gran utilidad para la finca orgánica el uso de las cultivadoras a gasolina (teillers), pequeños tractores, las bordeadoras (trimmers), el riego por goteo, algunas enmiendas minerales del suelo o modernas estrategias biológicas para el control de plagas como las fenormonas. No se trata de negar las innovaciones en ciencia y tecnología que sean apropiadas, pero deben cumplir con criterios ecológicos y de sustentabilidad, ser desarrolladas con la participación activa de los agricultores, y responder al bienestar de éstos y las comunidades antes de que a los ingresos de las grandes compañías multinacionales.

Cambios de hábitos y de políticas públicas

Debemos fortalecer a ese agricultor/agricultora que quiere hacer algo distinto para que pueda producir exitosamente, y traer productos saludables y asequibles a la mesa de los consumidores. Para ir fomentando el consumo hay que ir abriendo oportunidades para que la gente pueda acceder a los productos orgánicos con mayor frecuencia, mayor cercanía y a un precio compatible. Las experiencias que he visto en otros países demuestran que los consumidores se comprometen a largo plazo a comprar orgánico con un diferencial en el precio de hasta un 20-25%; ante diferencias mayores de precios cuesta que el consumidor se pueda comprometer. También para el consumidor es importante la regularidad en la producción.

Es el compromiso del consumidor lo que permite ir creciendo en la oferta y genera estabilidad a los productores. En la relación productor/consumidor se deben ir introduciendo elementos educativos para que se comprenda que la agricultura está sujeta a ritmos de la naturaleza regulares, a variables climatológicas y biológicas, y que para sostener una calidad orgánica hay que integrar esas variables a las reglas de la oferta. Para mí es más importante esa confianza mutua productor/consumidor orgánico que el asunto de las certificaciones, las cuales tienen más que ver con el acceso a mercados especializados.

Para ir terminando, un espacio de trabajo importante es el de influir sobre las políticas públicas del país, tratar de convencer los legisladores, a las agencias gubernamentales, a los municipios para que tengan mayor sintonía con estos temas relacionados con el medio ambiente, la salud y el desarrollo económico local sustentable. Además hay que tratar de introducir mayor y mejor información sobre la agricultura ecológica, la alimentación saludable y la ecología, como parte del rescate de la cultura del agro, en los currículos escolares y en los medios de comunicación. Como sociedad hemos desacreditado el trabajo del campo, el cual muchas veces se asocia con suciedad, falta de cultura, atraso y hasta falta de inteligencia. Tenemos que rescatar en nuestro imaginario ese mundo como un mundo productivo y digno para los jóvenes quieran tener experiencias como productores agrícolas.

En mi tesis de maestría concluyo que si nosotros tuviéramos 10,000 familias haciendo agricultura ecológica en Puerto Rico en fincas con un promedio de 25 cuerdas, le daríamos un empuje tremendo no solamente a la economía sino a la producción de alimentos de calidad a nivel local y al manejo sustentable de nuestros recursos naturales. Para eso tenemos que rescatar la capacidad de hacer agricultura ecológica en nuestras montañas. Ese es uno los intereses que tengo ahora, en esa dirección quiero dirigir mi futura investigación y trabajo.

Hemos perdido gran parte de nuestros llanos fértiles al desarrollo urbano sin control, y me temo que los vamos a seguir perdiendo. Además de rescatar y utilizar sustentable y ecológicamente los llanos que quedan, creo que tenemos que hacer agricultura en la montaña, sin dejar el recurso natural completamente erosionado y degradado como hacen muchas de las técnicas que se promueven en la actualidad, como es el caso del café sin sombra. Aquí los indios sembraron durante siglos, después los españoles sacaron mucha producción para exportar, nuestros campesinos sembraron para sus familias y en el 1939 en Puerto Rico se producía 65% de lo que se comía.

A pesar de siglos de producción agrícola en la montaña, llegamos hasta mediados del siglo pasado con un recurso agrícola de montaña bastante útil, a pesar de ya tener algunas laderas altamente erosionadas. Desde entonces, debido a la excesiva mecanización y el abandono de prácticas de conservación como el uso de zanjas, los policultivos y las siembras al contorno, hemos visto un rápido deterioro. Tenemos que empezar a tener mas cuidado. Veo una recuperación, quizás hasta un redoblamiento por parte de generaciones nuevas que vengan de la ciudad (a donde sus abuelos llegaron del campo a mediados del siglo pasado), junto al rescate de la sabiduría de aquellos campesinos sabios que todavía quedan vivos y que siempre han vivido estrechamente unidos a nuestra tierra.

http://ecoser-desarrollointegral.blogspot.com

domingo, 27 de abril de 2008

Conversando con Maria Benedetti





"Benedetti entre las raices de Abuela Ceiba en Patillas".
(Foto suministrada por la autora).

Maria Benedetti es investigadora y educadora etnobotánica y autora de: ¡Hasta los baños te curan! Plantas medicinales, remedios caseros y sanación espiritual en Puerto Rico, Sembrando y sanando en Puerto Rico: tradiciones y visiones para un futuro verde, Bendiciones Botánicas para Boriquén: un almanaque de ciencia y folclor y la serie etnobotánica de “Libros Guía” preparada para el Jardín Botánico y Cultural en Caguas.



Magha: Maria, ¿Qué importancia tiene nuestra tradición de medicina popular en estos tiempos? ¿Por qué debemos rescatarla?


Benedetti: La tradición puertorriqueña de medicina popular nos transmite un gran conjunto de conocimientos milenarios que sobreviven de nuestros ancestros indígenas, africanos y europeos. Estos conocimientos han sobrevivido a través de las generaciones porque funcionan. Y funcionan porque son el fruto de pruebas empíricas; pruebas hechas por necesidad, con el fin de salvar vidas, de manejar enfermedades y dolores crónicos, en condiciones de extrema necesidad, antes de que existieran las salas de emergencia, los quirófanos, las ambulancias, las Motrin. Al estudiar esta tradición descubrimos un hermoso mundo de patrones de intercambio e interdependencia entre las comunidades y su mundo natural. Y estas relaciones entre pueblos y plantas encierran un mundo de destrezas, actitudes y sabiduría incalculable e insustituible. La vida moderna nos enajena de nuestro entorno natural. Hoy día, los puertorriqueños importamos más del 90% de todo lo que consumimos. Esta dependencia de recursos extranjeros propicia mucha ignorancia sobre la vida natural que nos provee el archipiélago que habitamos. Los niños aprenden sobre los osos polares pero no saben nombrar las matas que pisan frente a su casa ni los árboles que pasan de camino a su escuela. Esto representa una situación muy seria porque si desconocemos el valor de las plantas que nos rodean, si no sabemos producir alimentos y medicinas de las plantas que nos rodean, si dependemos de que las barcazas sigan llegando con todo, quedamos sin las destrezas básicas para sustentarnos, para sanarnos, para sobrevivir. Frente a la escasez del petróleo a nivel mundial, hay que rescatar los conocimientos y destrezas de los abuelos, porque literalmente encierran la inteligencia que nos permitirá vivir en Boriquén, lleguen o no lleguen los barcos. La medicina popular incluye el cultivo de las plantas y el reconocimiento de las plantas silvestres, pero también incluye el uso cotidiano de la medicina preventiva mediante el consumo de condimentos verdes, tisanas, teses y los súper alimentos: plantas silvestres comestibles súper ricas en minerales, vitaminas, fibra y otros compuestos medicinales; también integra la tradición de los sobos y masajes y muchas otras prácticas que sanan al individuo mientras fortalecen nuestras comunidades, fomentan la comunicación entre generaciones y nos conectan de forma íntima con el mundo natural que habitamos: nuestra tierra, nuestras plantas. En este momento histórico, ¿qué podría ser más importante que eso?


Magha: Aparte de rescatar el reconocimiento y conocimiento de las plantas medicinales de Puerto Rico, ¿Cuáles otras prácticas u oficios afines deberíamos rescatar?


Benedetti: Primero, diría que es esencial que disfrutemos de nuestro mundo natural y que compartamos ese gozo con nuestros niños y viejos. Compenetrarnos más con el mundo real que es Boriquén. Estoy “enchulada” del Sierra Club y sus actividades isleñas. Además de hacer unos trabajos de conservación de suma importancia para salvar la isla de desarrollos inapropiados, ofrecen excursiones todos los fines de semana diseñadas para que la gente realmente se conecte con los ríos, las cuevas, los montes, las guindas, los árboles urbanos. Porque si no conocemos a Puerto Rico, no lo podremos amar profundamente. Y si no amamos esta tierra profundamente, los intereses económicos ganarán cada batalla. Pues contra el dinero, sólo el amor tiene una fuerza mayor. Nuestra ignorancia, nuestra desconexión con el entorno natural les conviene a los especuladores y a los desarrolladores inescrupulosos y a los mismos gobernantes que van poco a poco vendiendo el país al que más puede pagar. ¡Que los niños y niñas puertorriqueños tengan siempre lugares para corretear, para treparse en los árboles, para comer quenepas, guayabas, jobillos, mangóes, pomarrosas, pajuiles y flores de pavona. Esa es la medicina que receto para esta nueva generación de niños y jóvenes, porque nuestro sistema educativo –e incluyo los medios de comunicación– muy a menudo los aparta de todo lo que es, realmente suyo: sus vecinos árboles y yerbas, sus abuelos y vecinos mayores, las historias de su vecindario y el alegre sentido de pertenencia a la gran comunidad humana-natural antillana, única en el mundo. Creo que la agricultura debe ser parte de nuestro currículo escolar a nivel nacional. En mi Puerto Rico soñado, los jóvenes exploran conceptos como la germinación y la cadena alimenticia observando las plantas y microorganismos, insectos y otros animales que pueblan el área de sus huertos. En su clase de biología o de ciencias terrestres estudian la descomposición y reciclaje de nutrientes a través de la composta y la lombricultura. Desarrollan investigaciones sobre repelentes naturales, intercalando siembras y creando repelentes basados en las plantas aromáticas. Trabajan la taxonomía y nomenclatura científica mediante la observación y estudio de las plantas e insectos del huerto. Exploran los ángulos del contorno y el concepto de las terrazas construidas para evitar la erosión desde una perspectiva matemática, poniendo en práctica la geometría. En las clases de español o de ciencias sociales, estudian el origen de todas las plantas que utilizan o que los rodean y escriben ensayos y décimas y versos de “hip hop” sobre su importancia. En sus clases de ciencias sociales, investigan y estudian conceptos como la biodiversidad y la manipulación genética de las semillas. En el Jardín Botánico y Cultural de Caguas, laboro en el proyecto llamado la Casa Jíbara del siglo XXI y su Siembra Ecológica Familiar. Cuando incorporamos a los jóvenes en las tareas agrícolas, observamos un gran entusiasmo. Pero hacen falta miles de siembras como esta, y hace falta adiestrar a los maestros para que puedan conectar lo que están enseñando en el salón de clases con la realidad física de nuestro país: nuestras plantas, nuestros suelos y cultivos, y también los ríos, cascadas y cavernas, costas y montes, todo lo que es el mundo natural, porque cuando los jóvenes y niños del país llegan a conocer su país, lo amarán y defenderán su bienestar ecológico.


Magha: Háblanos un poco más sobre la Casa Jíbara del Jardín Botánico y Cultural de Caguas.


Benedetti: Este proyecto es fruto de mis estudios, vivencias y sueños unidos a las experiencias y conocimientos empíricos del agricultor y artesano maestro José Rivera Rojas, quien construyó la casa y creó y mantiene las siembras a su alrededor. La concebimos como una casa ecológica pero rompe esquemas en el sentido de que mucha gente se cree que lo “ecológico” es algo moderno, algo nuevo e importado. El concepto de esta casa ecológica está fundamentado en el modelo campesino de Puerto Rico. Es una casa de madera rodeada de las plantas que permiten la subsistencia de una familia: plantas alimenticias, medicinales y de usos cosméticos, plantas ricas en fibras aptas para la confección de ropa, sogas y cabuyas; fuentes de madera, tintes, perfume, repelentes, insecticidas, juguetes, instrumentos musicales. En fin, utilizamos el modelo de la finca puertorriqueña de subsistencia y la modernizamos un poco. Por ejemplo, en vez de sembrar los condimentos verdes y otras plantas aromáticas que deben estar cerca de la casa en latas de galletas, José construyó unas jardineras de dos y tres niveles bastante anchas, pegadas a la casa. El modelo es tan práctico y tan atractivo que hasta las personas que viven en apartamentos urbanos se van inspiradas con la visión de que pueden sembrar aunque no tengan terreno. También añadimos tragaluces en el techo para que jamás tengamos que prender una bombilla durante el día. Y en vez de utilizar un inodoro que bota 5 galones de agua potable cada vez que se baja la cadena, buscamos una solución jíbara al sobre-uso de agua potable en Puerto Rico. Miramos hacia atrás, hacia la letrina de los abuelos. Allí, admiramos la economía del agua, pero había que lidiar con la peste. Entonces encontramos un diseño para una letrina que convierte los deshechos humanos en composta al simplemente echarle musgo y aserrín de árboles del país luego de cada uso. Con todo el orgullo te digo que nuestra letrina está dentro de la Casa Jíbara y no apesta. A veces, hasta ¡huele a cedro! Como no tenemos agua corriente en la casa, nos lavamos las manos en una palangana con agua en donde echamos hojas de albahaca, orégano brujo o poleo. La experiencia de lavarse y desinfectarse las manos con plantas aromáticas es un éxito. El hecho de que los aceites esenciales presentes en las mismas plantas del batey de la casa matan microbios, virus y hongos (¡nada que comprar!) sorprende y agrada a todos. Y es una experiencia muy sensual y placentera. Me llena de gozo ofrecer experiencias como ésta a los que nos visitan.


Magha: ¿Cuál es la misión y visión de la Casa Jíbara? ¿Cuáles son sus objetivos y metas principales?


Benedetti: Bueno, disfrazado de una simple casa de madera −con su altar, su “vajilla ecológica” hecha de higüeras, los instrumentos de cuerda, los güiros y los pilones, el yugo de nuestros bueyes (Indio y Melao) y las tallas y juguetes creados por José Rivera− la Casa Jíbara tiene el potencial de servir como centro de educación ambiental. Los que trabajamos allí procuramos despertar conciencia sobre los temas que ya mencioné. Allí doy clases sobre plantas medicinales, remedios caseros y otros temas relacionados, como las plantas alimenticias silvestres y la aromaterapia de los abuelos puertorriqueños. Pronto esperamos ofrecer talleres de siembra ecológica y encuentros con la naturaleza para niños, jóvenes y adultos. La agrónoma Mariel Rivera Meléndez colabora con un proyecto de lombricultura y la hermosa visión de investigaciones agrícolas prácticas. Pronto, esperamos poder ofrecer nuestros productos allí mismo en la casa, desde semillas y plantas hasta libros y carteles. Recientemente hicimos un encuentro de agricultores del arroz, y el camarógrafo Miguel Pol está haciendo con nosotros una película sobre la siembra del arroz en Puerto Rico. Las posibilidades son infinitas. A largo plazo, nuestra meta es la de fomentar y apoyar la re-integración de la agricultura y del conocimiento botánico en el hogar.


Magha: ¿Es la Casa Jíbara el único proyecto que tiene el Jardín Botánico y Cultural de Caguas?


Benedetti: El Jardín fue diseñado como parque temático donde los árboles y la relación que hemos tenido con ellos son los protagonistas. Te explico. Desarrollamos una Arboleda Ancestral Taína con 50 especies de los árboles más importantes para los taínos. La Arboleda Ancestral Africana alberga docenas de especies de árboles y plantas herbáceas que nos llegaron desde África o que de otra manera tiene una relación estrecha con la cultura afro-boricua. El Bosque del Patrimonio incluye diversas especies de árboles y otras plantas nativas y endémicas de Puerto Rico. La Huerta Frutal tiene docenas de árboles frutales. La Zona Histórica está localizada en la matriz de la antigua Hacienda San José, que fue uno de los ingenios azucareros de mayor importancia en Caguas durante el siglo XIX. El Sembradío del Artesano Puertorriqueño es otro. Cada arboleda tiene un enfoque cultural y etnobotánico muy específico. La Casa Jíbara es otra de las áreas temáticas que muy directamente celebra lo mejor de la cultura puertorriqueña. En el 2004, el municipio de Caguas me contrató como investigadora etnobotánica. Por tres años estuve investigando los usos de todos los árboles sembrados en las arboledas temáticas. Luego hice unos libros de referencia bastante completos con buenos índices para facilitar la búsqueda de información sobre estas especies. Me siento súper agradecida por la oportunidad de realizar este tipo de investigación y poco a poco trabajamos para ofrecer parte de esta información al público en la forma de unos “Libros Guía” que describen algunos de los usos más importantes de cada árbol en cada arboleda.


Magha: ¿Es de allí que sale la información que se trasmite por radio sobre los árboles del país?


Benedetti: Sí. Basado en estos mismos estudios, preparo las cápsulas informativas llamadas Cultura y Medicina Verde para Radio Universidad. Se pueden escuchar todos los lunes a las 7:55 a.m. Cada semana hablo de un árbol o yerba diferente. Esta es mi forma de ayudar a despertar conciencia sobre lo que nos rodea. Además participo de programas radiales y televisivos. Uno de mis mensajes principales es que estamos rodeados de medicina y que TODAS LAS PLANTAS −y claro está, todos los árboles− SON MEDICINALES.


Magha: Maria, partiendo de este mensaje de que todas las plantas y árboles son medicinales, te pregunto: ¿Cuáles árboles o plantas consideras son los más importantes en nuestro botiquín criollo y porqué?


Benedetti: Bueno, las primeras figuran entre las plantas silvestres más comunes de Puerto Rico: la verdolaga, el llantén y el anamú; también el almácigo, la malagueta, la sábila y todos los condimentos verdes. En muy pocas palabras:1. La verdolaga (Portulaca oleracea): Esta planta pan-tropical es una de las mejores fuentes vegetales de los ácidos grasos Omega-3, asociados mayormente con el consumo del pescado. Estos ácidos tonifican el corazón y ayudan a bajar los niveles del colesterol “malo”; previenen los coágulos que podrían causar un infarto cardíaco; ejercen un marcado efecto antidepresivo y nos protegen del cáncer. La verdolaga es también una de las plantas más ricas en las vitaminas antioxidantes A, C y E que nos protegen de los efectos del estrés. Es muy buena fuente de magnesio, que ayuda a fortalecer los huesos y hasta apoya los procesos de rebajar de peso porque el consumo de este mineral contribuye a la sensación de saciedad. Picada y hervida por unos tres minutos en agua levemente salada, la verdolaga es uno de mis vegetales favoritos. La como por placer, y cuando estoy estreñida, me remedia el problema “pa rápido”. Estudios clínicos demuestran que el consumo de la verdolaga baja los niveles de azúcar en la sangre. Y a través de las Antillas, se consume la verdolaga para prevenir los brotes de parásitos intestinales. (Las semillas concentran el poder vermífugo que los mata.) El riquísimo caldo de la planta hervida es un remedio chino para la artritis y, en África, se toma el mismo caldo para fortalecer el corazón. En Haití, los caldos de la verdolaga se toman para combatir el insomnio. En Belice, se toma el zumo fresco de la verdolaga mezclado con miel de abejas para tratar la tos seca. No se puede comer todos los días porque, como la espinaca, contiene ácido oxálico que interfiere con la absorción del calcio. Pero créeme, vale la pena incluir la verdolaga en nuestras dietas por lo menos una vez a la semana si tenemos la dicha de tenerla de vecina.2. El llantén (Plantago major): Nativo de Europa, el llantén es una de nuestras plantas más poderosas en cuanto a su poder sanador. Para comenzar, es una de las plantas más efectivas para tratar las úlceras estomacales. Aunque muchas personas se toman el té, yo prefiero utilizar el jugo siempre que puedo. Para prepararlo, se echan las hojas limpias en la licuadora con un poco de agua; el líquido se cuela y se toma con el estómago vacío dos o tres veces al día. Este mismo líquido también es lo mejor que he descubierto para las infecciones vaginales. En una postura de caderas levantadas, se aplica usando una jeringuilla pequeña, y se mantiene el jugo adentro por un par de minutos. Para mí, los resultados han sido milagrosos. El zumo de llantén también se ha utilizado durante siglos como remedio para los ojos infectados, y ya se han hecho estudios clínicos que comprueban su eficacia. La decocción (guarapillo o té hervido) de las hojas sin endulzar es un antiácido fabuloso, que además de ser bueno para el reflujo también ayuda a alcalinizar la sangre de los pacientes de la gota. Como medicina preventiva para mis senos, preparo un aceite botánico de hojas de llantén en una base de aceite de ajonjolí y me lo paso con sobos mientras voy visualizando mis pechos llenos de luz y salud perfecta. Y tanto el jugo como el té de las hojas del llantén se toma como remedio casero para evitar y hasta para tratar el cáncer, casi siempre en conjunto con los tés de anamú.3. El anamú (Petiveria alliaceae) tiene mala fama. La gente dice que “apesta a ajo”, y precisamente, ese olorcito es lo que nos comunica uno de sus usos más importantes. En realidad huele a azufre, mineral también presente en el ajo y en la cebolla. El azufre combate los hongos y sin duda alguna el anamú es una de las plantas más efectivas contra los hongos. Si uno tiene hongo de la piel, puede dejar la parte afectada en una decocción bien cargada de anamú, pero en mi experiencia ayuda mucho tomarse los guarapillos, pues a menudo la causa del hongo radica adentro. Si no le gusta el sabor del té de anamú pues se debe hervir con rajas de canela y clavos de especie. Esto le da un sabor fabuloso y tanto la canela como el clavo ayudan a combatir los hongos. Ya mencionamos que el anamú se utiliza en conjunto con el llantén para combatir el cáncer, y aquí en Puerto Rico, tengo constancia de que los tés de anamú también se han utilizado para bajar el azúcar en la sangre. En pruebas clínicas, un extracto de las hojas y ramas de esta planta administrado a ratones disminuyó los niveles de glucosa sanguínea ¡en un 60! Los tés de anamú se también se utilizan para aliviar el dolor de la artritis. Doña Mariana Cruz Vázquez, de Cidra recomienda las cataplasmas de las hojas de anamú machacadas o hervidas para esta condición. Durante el siglo XIX, las enemas del anamú se consideraban entre los mejores remedios para los parásitos intestinales. Y a través del Caribe, las esclavas africanas consumían fuertes decocciones de la raíz del anamú para provocar el aborto cuando sus embarazos resultaban de la violación por parte de sus amos. Esta planta pantropical crece silvestre en gran diversidad de condiciones de suelo y luz. Muchas personas consideran que es una mala yerba porque cuando echa sus espigas, se ve muy salvaje, muy poco civilizada. Pero si encuentras anamú en su propiedad, dale la bienvenida como una de las plantas más útiles de nuestra región. ¡Podría salvarte la vida!4. El almácigo (Bursera simaruba) es un árbol nativo de América tropical. En el área oeste del país se conoce como “indio esnú”, pues su corteza desarrolla un color cobrizo y las ramas de este árbol se parecen piernas y brazos. La resina presente en este maravilloso árbol hace que quema muy bien y se valora mucho como lumbre de fogón, como leña y como carbón. Pero su valor medicinal y como suplemento alimenticio es lo que me parece súper interesante. Las decocciones de la cáscara o corteza de este árbol se han utilizado alrededor de Puerto Rico para tratar el asma. Y a través de América Central se usa este mismo té hervido para tratar fiebre, gripe, catarro y condiciones del sistema urinario. También, a través de América tropical, la corteza resinosa del almácigo se hierve con un poco de sal marina y se sirve como caldo alimenticio, rico en hierro. Este caldo vegetal suplementa las dietas vegetarianas y trata la anemia. Son muchos los puertorriqueños que, durante tiempos de escasez, recuerdan haberse tomado muchos “caldos de pollo” cuando no había pollos ni gallinas ni gallos a la vista. En las Islas Vírgenes hoy día, se toman estos mismos caldos sin la sal como “energy tea”o “té energizante”. ¿Te acuerdas del día que fuimos a visitar aquellos almácigos de Salinas?


Magha: Hicimos una ceremonia y terminamos chupándole la resina al árbol más grande. ¿Cómo se me va a olvidar una experiencia como ésta?


Benedetti: Esa resina fortalece el estómago y todo el sistema respiratorio. Se puede chupar o hervir el polvo de la resina seca para tomárselo en té. La cultura maya utiliza esa resina, quemada, como incienso medicinal para los que sufren de asma, espasmo bronquial y otros males del pecho.5. La malagueta (Pimenta racemosa): Los españoles llamaron este árbol nativo de las Antillas “pimienta” porque acostumbraban a secar y moler sus semillas y luego utilizar el polvo como si fuera pimienta negra. Esas semillas eran una de las especias digestivas que a la vez conservaba las carnes y así, aportó a la supervivencia de los españoles cuando no había refrigeración.El aceite esencial de las hojas de malagueta es una sustancia maravillosa, pues además de tener un efecto anti-depresivo, es también estimulante, anti-inflamatorio, analgésico, anti-viral, anti-catarral, y, cuando se frota en el cuerpo cabelludo, combate la caspa y estimula el crecimiento del pelo. Para preparar un alcoholado tradicional, se echan hojas de malagueta y ruda en alcohol. Un baño de asiento o de chorro que contenga 6 onzas de un alcoholado fortificado así alivia los dolores e inflamaciones y saca el frío del cuerpo. A la vez, un baño así nos une a una tradición milenaria de medicina antillana y nos ayuda a sintonizarnos con pensamientos y actitudes positivas.6. La sábila (Aloe barbadensis): Probablemente nativa de África, la sábila está reconocida mundialmente como el mejor remedio tópico para todas clases de problemas de la piel, y muy especialmente, para ayudar en la recuperación de la piel quemada. Para los mejores resultados, se aplica el cristal interno de la hoja como cataplasma. Es decir, se amarra a la parte afectada y se deja por unas 12 horas al día. Para darle volumen al pelo, se mezcla ese cristal interno con agua en la licuadora, y se aplica sobre el cabello como enjuague final. La sábila también apoya los procesos digestivos. Muchas personas que tienden al estreñimiento encuentran que el consumo de unas 2 onzas de sábila fresca o unas 4 onzas del jugo de sábila (embotellado) dos veces a la semana les ayuda a mantener los canales limpios. La sábila también contiene muchos compuestos anti-virales. Apoya todo el sistema inmunológico y es uno de los mejores expectorantes del mundo. En caso de gripe y catarro, me doy un litro del siguiente remedio a temperatura ambiente dentro de 24 horas: dos pencas mondadas de sábila en la licuadora con ½ cebolla, el jugo colado de varios limones y miel de abejas sin filtrar (“raw, unfiltered”). El limón y miel se le echa a gusto para que sepa bueno el remedio (debe saber a limón y miel) Este remedio es un palo para cualquier virus, cualquier congestión. Y para subir las plaquetas, hasta los médicos convencionales recetan cristal de sábila batido en la licuadora con jugo de china fresco y miel de abejas. La única contraindicación que conozco es que las mujeres encintas no la deben ingerir y las personas que padecen de várices deben usarla con cautela.7. Los condimientos verdes, o sea, el orégano chiquito (Lippia micromera), el orégano brujo (Plectranthus amboinicus), el recao (Eryngium foetidum), el cilantrillo (Coriandrum sativum), la mejorana (Origanum marjorana) y el romero (Rosmarinus officinalis), entre otros: Son nuestra primera línea de defensa como parte de nuestra tradición de medicina preventiva, pues nos ayudan a digerir los alimentos y contienen compuestos anti-virales, anti-microbianos. Para el mejor resultado, no se dejan hervir, pues si se hierven se pierden los aceites esenciales. Se deben echar a los alimentos durante los últimos momentos de estar sobre la candela. Y claro, se pueden tomar como tés en infusiones como medicina preventiva también. Podría hablar sobre cada uno de estos condimentos por largo rato. Porque cada uno de los condimentos verdes tiene otras propiedades terapéuticas muy importantes. Por ejemplo, el cilantrillo ayuda a remover el mercurio del cuerpo . . . El recao ayuda a bajar la presión sanguínea y demuestra marcada actividad anti-malarial, y así por el estilo. No me gustaría terminar sin mencionar también el limón criollo, la palma de coco, el hinojo, el jengibre . . . pero nos haría falta un libro completo . .


Magha: Mucha gente se sorprende del conocimiento que posees sobre la botánica y cultura puertorriqueña a pesar de que no te criaste en la Isla ¿De dónde eran tus parientes y quiénes de ellos fueron claves en tu formación personal y profesional?


Benedetti: Me crié en Queens, Nueva York. Mi padre fue norteamericano de la zona rural; su madre era irlandesa y su padre, húngaro. Mi primer apellido es Hajosy. (Pronunciado en húngaro suena a jóyoshi). Mi mamá es “niuyorican”, nacida y criada en Manhattan de padres mayagüezanos. Mi familia materna abandonó la isla en el 1927. Fue un momento difícil en toda la isla, pero especialmente para el área oeste de Puerto Rico, pues además de la depresión económica que afectó tanto a las poblaciones urbanas de la isla, Mayagüez estaba en plena recuperación de varios desastres naturales, incluyendo un terremoto y un maremoto. La familia Benedetti Sotomayor se embarcó y jamás regresó. Sus recuerdos de Borinquen eran amargos y mis abuelos hablaban con tristeza sobre la vida que dejaron atrás. Pero los niños entienden de hechos y no de palabras. Mis padres, los dos, eran músicos y para mí, la música afro-antillana, el baile y la forma en que mi familia puertorriqueña-angloparlante celebraba sus fiestas familiares (¡eran divertidísimas!) me impactaron de forma profunda. Me identifiqué mucho con la algarrabía, con el éxtasis del baile, con los ritmos cubanos. Me identifiqué mucho con la cocina puertorriqueña. Admiraba muchísimo a mi abuela María Cristina, que a sus 80 y pico de años, rompía los cocos secos (los conseguía en unos mercados al aire libre muy olorosos e interesantes) con un martillo enorme para prepararnos sus platos especiales. Ella cocinaba de forma muy artesanal; transformaba nuestra cocina suburbana en un guariquitén de olores y sabores sin igual: arroz amarillo con pollo, pollo guisado con papas, rellenos de papas, gandules guisados con bolitas de guineo verde, arroz con coco . . . Muchacha, ¡todo el barrio sabía cuándo era que había llegado abuela! Ella era loca con Tito Puente y también la recuerdo muy pegada a su rosario. Y cuando aprendí el español lo suficientemente bien como para conversar, ella tenía el tesón para debatir elegantemente y apasionadamente conmigo sobre temas como el aborto y la autoridad absoluta de la iglesia católica. Mami fue maestra y también fue mi modelo de lo que puede ser una mujer. Ella me ayudó mucho a formarme como escritora y como espíritu libre. Desde niña la veía como la mujer más hermosa y más inteligente del planeta así que era fácil identificarme con la cultura puertorriqueña, aunque no la conocía muy bien.


Magha: ¿Cuándo decidiste mudarte a Puerto Rico y porqué? ¿Cuál era tu misión entonces? ¿Cuál es tu misión ahora?


Benedetti: No llegué aquí hasta que tenía 32 años. Había estudiado herbología con Susan Weed por unos 10 años; también había tenido mucha exposición a la cultura puertorriqueña en Manhattan en la calle, en el Taller Latinoamericano, en el Museo del Barrio, entre amistades conectadas con MADRE y en Hunter College. En el 1987, pues podríamos decir que la sangre me llamó. Estudiaba la percusión latina, y un día, practicando el “tumbao” básico en la conga, escuché a Celia Cruz cantar “abre camino pa’ tu destino”. En ese momento, sabía que había llegado la hora de explorar de forma más profunda mi conexión con Puerto Rico. Había vivido en España; había visitado Nicaragua, México y Colombia, y nunca había pisado suelo borincano. Fui motivada por un gran sentido de amor y hasta por un sentido de justicia; pues iba comprobando que la versión de Puerto Rico que mi familia me había comunicado no representaba para nada la riqueza cultural que yo había comenzado a estudiar académicamente. Así que vine a los 32 años por primera vez, como herbóloga, botánica empírica, a conocer la tradición de botánica y medicina verde en la isla que mi familia materna había abandonado exactamente 60 años atrás. Aquí yo recibí una iniciación en la tradición de botánica casera puertorriqueña y quedé profundamente conmovida por la amplitud y valor práctico de los conocimientos de los abuelos campesinos. Personas tildados como “ignorantes”, muchas de ellas analfabetas, con más inteligencia y más retentiva que yo había encontrado a través de toda mi carrera académica. Estas personas “atrasadas”, me dejaban boquiabierta, no sólo por su conocimiento botánico sino también por su entendimiento espiritual y su forma de ligar las dos cosas en lo que hoy se conoce como la medicina holística. Mi primera experiencia de investigación etnobotánica en Puerto Rico queda plasmada en el libro titulado ¡Hasta los baños te curan! Plantas medicinales, remedios caseros y sanación espiritual en Puerto Rico. Pude percibir lo valioso de los conocimientos que ya se estaban desapareciendo aquí porque yo venía de otro lugar en donde ya estábamos desencantados con las limitaciones del sistema de medicina moderna, con su dependencia de la tecnología y los productos sintéticas de la industria farmacéutica. Así que además de aprender sobre la tradición, mi misión personal fue transformada en una misión de concientización sobre el valor de la tradición de medicina verde de Puerto Rico. Lo que más me motivó y lo que me sostuvo durante los largos meses de transcripción de grabaciones, redacción y traducción (pues preparé el libro en español y en inglés simultáneamente), fue el respeto y el amor profundo que sentí por los abuelos sabios y conocedores que reconocían y sabían utilizar cientos de plantas silvestres a su alrededor, que hacían su propia agua bendita, que saludaban las plantas por la mañana, que reconocían la divinidad en toda la creación natural. Ellos me dieron la llave para dejar atrás mi vida nuyorkina y venir a Puerto Rico a hacer un trabajo que tuviera sentido para mí. Hoy, como parte del proyecto de agricultura sustentable conocido como la Casa Jíbara del siglo XXI, sigo con este trabajo, haciendo investigación etnobotánica, ofreciendo charlas, talleres y haciendo alianzas con otras personas que sienten este mismo respeto por la medicina natural y la agricultura tradicional del país.


Magha: ¿Qué tres consejos básicos y prácticos puedes ofrecernos para contribuir en el rescate de la etnobotánica del país?


Benedetti: Para las personas que quieren acercarse más al mundo botánico que nos rodea y a las tradiciones que son nuestro legado, ofrezco un taller de nueve horas titulado Bendiciones Botánicas en la Casa Jíbara. Está diseñado para que la gente conozca y utilice las plantas con seguridad, respeto y un sentido de pertinencia a esta gran tradición antillana. Es un buen comienzo. También es importante comenzar a cultivar las plantas según las necesidades personales o familiares de cada cual. Espero que eventualmente en la Casa Jíbara podamos ofrecer talleres de siembra como parte de su programa educativo. Finalmente, diría que es importante practicar la tradición según nos la enseñaron los abuelos. Los libros míos pueden ayudar con eso, y también es importante tener guías y consejos de personas experimentadas. ¡Entrevistemos a nuestros viejos: familiares y vecinos! Que sean entrevistas prácticas sobre problemas que genuinamente queremos resolver usando plantas de acá. Visitemos los lugares en donde crecen las plantas que mencionan los expertos empíricos . . . y pasar tiempo con ellas, observándolas, oliéndolas, leyendo sobre ellas y, siempre que sea apropiado, ¡que probemos los remedios! Porque la experiencia propia −el empirismo− es la primera ciencia y es la más duradera. De hecho, tengo unas guías para hacer estas entrevistas. Las personas interesadas me pueden contactar al correo electrónico: benedetti@coqui.net.


Magha: Maria, para finalizar ¿Qué mas podrías añadir?


Benedetti: Te dejo con una plena muy atesorada. Lo compuso en el 1994 José Seda Vázquez de Mayagüez. Me la dedicó luego de leer ¡Hasta los baños te curan! y está basada en algunas recetas mencionadas en el libro. La cantamos como parte de mi curso Bendiciones Botánicas. ¡Aquí va!Las plantas medicinales (José Seda Vázquez)Las plantas medicinales, tesoro de mi país (2x)A personas y animales sus dolamas les ponen fin (2x)Voz pregunta: ¿Y si a mí me da la Menga?Coro responde: ¡Que el poleo te reponga!otra voz: ¿Si es que me da calentura?coro: ¡El limoncillo te la anula!otra voz: ¿Y para el dolor de oído?coro: ¡Hoja de bruja es un tiro!Las plantas medicinales, tesoro de mi país (2x)A personas y animales sus dolamas les ponen fin (2x)voz: ¿Qué es bueno pa’ la garganta?coro: Los cogollos de salvia, ¡masca!voz: ¿Y si to’ esto me da estrés?coro: ¡Hoja de naranjo y acuéstate!Las plantas medicinales, tesoro de mi país (2x)A personas y animales sus dolamas les ponen fin (2x)voz de joven: Ay, don Pancho, a mi gallito le ha dao el moquillo.don Pancho: Bueno, mi’jo. No te preocupes. Échale cáscara de limón o un poco del jugo de limón al agua que le das de beber a tu gallito. Pa que tú veas. Después me contarás . . .Las plantas medicinales, tesoro de mi país (2x)A personas y animales sus dolamas les ponen fin (2x)voz de joven: Ay, vecina, a la verdad que uno no sale de una pa’ meterse en otra. Resulta ahora que a la cabrita se le ha empelotao la leche dentro de la ubre. Está tapá.
vecina: No te preocupes, joven. No te desanimes. Mira. Hierven unas cuantas hojas de higuereta, y después que suelte su colorcito, le lavas la ubre con ese líquido dos o tres veces todos los días hasta que se le quite el problema. Tú verás que bota esa pelota. ¡Y te dará más leche, sí señorita!Las plantas medicinales, tesoro de mi país (2x)A personas y animales sus dolamas les ponen fin (2x)voz de joven: Si esto es como los paños de malva. Uno quita'o y otro puesto. Ahora tengo el perro cundío de pulgas.adult@: Calma, calma. Eso no es pa’acabarse el mundo. Hierve un balde de agua con muchas hojas de poleo. Después de bañar al perro, enjuágalo con esa agua verde y échala también a su nido pa’que veas que las pulgas cogen la verdolaga. ¡Cristiana, cogen la juyilanga! ¡Juuuuyen! . . .Las plantas medicinales, tesoro de mi país (2x) ¡A personas y animales sus dolamas les ponen fin! Toda boricua, ¡yerbera!, Todo boricua, ¡yerbero!